viernes, 27 de mayo de 2016

A Eduardo Ramírez se lo llevaron al baile en Chenalhó

Por Itzel Grajales
Tuxtla Gutiérrez.- A Eduardo Ramírez Aguilar y Carlos Penagos Vargas se los llevaron al baile. Los diputados locales –el primero, presidente del Congreso del Estado- concluyeron así las 18 horas que permanecieron como rehenes en ese municipio: en un templete, bailando frente al pueblo de Chenalhó, que en medio de una verbena festejaba la renuncia de Rosa Pérez Pérez al cargo de presidenta municipal.
Y cómo quieres que te quiera / si tú nunca me has querido…
Tú no sabes vida mía / el miedo que yo he tenido
Con una chamarra negra, ya sin la indumentaria que utilizan las mujeres del lugar, Ramírez “agarraba” el paso de las trompetas y los tambores, de la música en vivo que una banda tocaba al medio día de este jueves, para celebrar la improvisada protesta que tomó a Miguel Santiz Álvarez como nuevo alcalde sustituto de este municipio indígena, ubicado en la región Altos, a unas tres horas de la capital de Chiapas.

Un día antes, alrededor de las 15:00 horas, los tomaron por la fuerza cuando salían de una reunión en la Curia Diocesana de San Cristóbal de Las Casas, y en unas camionetas los trasladaron a la cabecera municipal de San Pedro Chenalhó. En la plaza central los presentaron al pueblo en medio de una asamblea; a “Lalo” lo vistieron de mujer.
En las imágenes y videos que circularon en internet, a través de redes sociales, se les veía desencajados: Penagos con el rostro serio y una playera blanca, sentado a la derecha de Eduardo Ramírez, que lucía una blusa típica -después explicaría que ésta no fue una forma de ridiculizar su “virilidad”, sino la manera en que los indígenas reprueban el desempeño de las autoridades-.
Casi a las tres de la madrugada reportó que estaba bien, en una video-entrevista que duró no más de tres minutos, y que fue publicada en Facebook; sin embargo, no aclaró si había posibilidades de que los inconformes los liberaran.
Estaban ahí, sin poder dormir, en manos del mismo grupo que hace un mes –el 26 de abril- llegó a buscarlos al Congreso del Estado y, por respuesta, recibió la fuerza de la policía estatal y municipal.
Ramírez apareció aparentemente sin lesiones en una rueda de prensa, este jueves alrededor de las 15:00 horas, acompañado de un puñado de diputados y diputadas de su partido, el Verde Ecologista de México (PVEM). Penagos Vargas no asistió.
Ni molesto ni humillado, así dijo haber regresado del baile; no obstante, reconoció que su llegada a Chenalhó no fue voluntaria. No lo agredieron físicamente ni a él ni a Penagos, “aunque sí hubo momentos de rispidez, de tensión”.
Calificó el momento en que lo privaron de la libertad como “un connato de pequeña violencia”, pero -dijo- que al final no se resistió y ya en la asamblea coadyuvó para lograr la paz, al aceptar la renuncia de Rosa Pérez (quien en el proceso electoral local fue candidata del PVEM) y tomar la protesta del nuevo presidente municipal.
Estos actos de presión son resultado –dijo- de rezagos “que dificultan la gobernabilidad en Chiapas”; un reflejo de 1994, cuando se presentó la máxima expresión de la crisis social en la entidad; y de los pobres resultados que dieron los gobiernos posteriores para disminuir la desigualdad entre los chiapanecos.
Sostuvo que no procederá judicialmente en contra del grupo que lo privó de la libertad, e incluso reconoció a los habitantes de Chenalhó porque lo respetaron a él y a sus compañeros: “No nos maltrataron en la asamblea, tuvimos un trato que en ratitos sí generaban estados de tensión, pero se lograron acuerdos importantes”.
—Se dice que lo vejaron, que lo humillaron, diputado…
—No me siento lastimado, no me siento maltratado no me siento ofendido. Que te vistan como mujer, en las partes urbanas esto puede sentirse como agresión a la virilidad, pero en las comunidades este tipo de acciones sirven desacreditar a la autoridad, no a la persona.
Eduardo Ramírez aseguró que la relación del Poder Legislativo con las nuevas autoridades municipales de Chenalhó se desarrollará en un marco de cordialidad y respeto.
Su retención –dijo- deja un reto para el Congreso del Estado: legislar para adecuar las formas de gobierno al desarrollo y la organización de los pueblos indígenas, “porque si no, esto va a ser cuento de nunca acabar”.
—¿Regresaría a Chenalhó después de esto?
—¡Por supuesto! Hasta terminé bailando con ellos… Pero espero que ya no me pase.

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